Mauricio miró por la ventana mientras fumaba un cigarillo. Pensó en como cientos de jóvenes le niegan besos a sus parejas si estas acababan de fumar un cigarrillo, claro lo mismo le pasaba a él, pero aún así nadie le negaba un beso a una persona con el vicio que en su opinión era el mas dañino hoy en día. Esa ya no tan pequeña sanguijuela capitalista, alimentada de almas jóvenes que de alguna manera parece no explotar. Mauricio decidió negar sus besos a todo aquel que acabara de prenderse un Blackberry.
Veinte años tenia Mauricio, mas el rehusarse a formar parte de los drogadictos de la mensajería instantánea su habilidad con la tecnología era la misma que la de una persona octogenaria.
Mauricio salió de la habitación en la que su novia le permitía fumar, el odiaba que se limitara a una habitación, ella en cambio podía prenderse un viaje de mensajes en cualquier lugar a cualquier hora. Tanto en la comida como en la cama.
En el baño sono la cadena del inodoro y minutos después salió Pilar con su teléfono en mano. "Si ella puede cagar trabada, yo aunque sea debería poder fumar en un restaurante" dijo en voz alta. No se sorprendió al no ser escuchado pero su rabia llego al punto que él esperaba alcanzar. Tomo el Blackberry de Pilar con brusquedad y se encerró en el baño. "No se mucho de teléfonos, pero se como escribir con un teclado" dijo en voz alta mientras oprimía rápidamente las teclas del aparato. Salió del baño y vio a Pilar esperando, aunque sea me nota ahora, pensó Mauricio. Se acerco el teléfono a su boca y le dio un pequeño beso. Quiso vomitar. Luego se lo dio en la mano a Pilar y camino devuelta al cuarto en el que dormían los dos, cuando ella apagaba su mensajero. Tomó una maleta y la llenó con su escasa ropa, empaco seis cajetillas de cigarrillos y dos cajas de fósforos. Salió por la puerta sin notar a Pilar.
Pilar permaneció sentada con el telefono en mano, repasando las palabras escritas por su novio en la pantalla. "Espero que tu teléfono te cuide, te quiera y te abrase. No voy a luchar por tu atención. Mauricio. Por cierto, espero que el también pague las cuentas, yo ya no pienso pagar por tu departamento." No segura porque, Pilar río con las ultimas palabras, luego dejó su teléfono a un lado y sintió sus lagrimas acumularse bajo sus ojos, su pecho se lleno con pesadez y su nariz ardía un poco. "Yo si te quería, dijo en voz alta, solo es que.." la luz roja del teléfono volvió a brillar y Pilar interrumpió sus sentimiento para atender el mensaje en cadena. No recordó lo que la tenia triste.
Mauricio vio toda la escena atraves de la ventana junto a la puerta de su departamento, no pudo evitar reír. Que ridícula que es, pensó antes de salir del edificio para no regresar. En el camino se fumo dos cigarrillos. Uno celebrando a cada persona que se cruzo en la calle que no estaba ensotada en su teléfono celular. A diferencia de Pilar, Mauricio tenia un vicio que le permitía pensar mientras lo consumía por lo que el si estaba muy consciente de su situación. Necesitaba encontrar donde quedarse, pero no quería estar cerca de un teléfono celular. La solución fue tan obvia como su calada de cigarrillo placentera.
Miguel abrió la puerta de su casa, con su novia en brazo y vio a Mauricio fumando un cigarrillo, "¿todavía buscan a un cuarto integrante para pagar la renta?"Helena, la novia de Miguel salió corriendo en ese instante y su novio sonrío. "Nunca necesitamos a un cuarto twister" (Miguel llamaba a Mauricio así por un programa que veían en su infancia, en el que un personaje llamado Mauricio tenia el mismo apodo) dijo Miguel. "Pero tu lugar seguía esperando aquí" termino una voz de mujer. Como el relámpago aparece después del estruendo, después de esta voz apareció Carmen o "el camino no tomado" que era como la llamaba Miguel para burlarse de Mauricio. Mauricio sonrío y entró a la casa. Carmen lo tomo del brazo y le regalo una amarilla sonrisa. "hubieras venido desde ayer, tomamos obras literarias de nivel y contamos cuantas veces se mencionaba el cigarrillo y cuantas el Blackberry, me hubiera gustazo escuchar tu opinión."
"Cierra los ojos"dijo Carmen y Mauricio obedeció, no era la primera vez que Carmen le hacia esta petición a él y siempre que la obedecía terminaba con algún extraño producto en su mano que le daba nervios consumir pero al final siempre terminaba disfrutando. Estaba no estaba nervioso, esta vez él quería perderse en el mundo paralelo en el que todo tenia sentido, en el que todo era hilarante. Al abrir los ojos encontró muchos productos enviciadores y absorbentes como el había esperado, pero estos eran Blackberrys.
"Que carajos es esto" dijo en voz baja y Carmen sonrío. "Calmate, que ya entenderás."
Carmen se fue de la habitación y Mauricio la siguió, pasaron por el librero de la casa, un impresionante mueble de tres metros de alto y cinco de largo. Mauricio leyó algunos títulos que estaban escritos en los lomos de los libros y Carmen sonrió. "Cada estante tiene dueño, excepto el vacío de abajo, ese lo guardábamos para ti." "Pero lea el que quiera. Solo cuidemos" dijo Miguel mientras pasaba junto a ellos con un palo de golf sobre su hombro. "Vamos" dijo Carmen mientras se iba detrás de Miguel y Mauricio obedeció.
Llegaron a un jardín extenso en el que estaba Helena colocando teléfonos celulares dentro de un cuadro verde. Luego tomo un palo de golf y le dio un buen golpe al aparato. Mauricio sorprendido e interesado vio como Carmen y Miguel se unían al juego. Carmen volteo y miro a Mauricio, "Toma un palo y unete." Mauricio obedeció, y dio el primer golpe, era mas difícil de lo que parecía. Dio el segundo y pensó. Me puedo acostumbrar a esto.