jueves, 2 de marzo de 2017

Desencanto

Hace poco empecé a olvidarte.
Y al olvidarte fue inevitable la luz del recuerdo.
El recuerdo de la promesa y del amor nuevo.
El recuerdo que no hizo más que resaltar al desencanto propio del ingenuo.

Hace poco me senté y al pensarte decidí olvidarte.
Y en el olvido decubrí mi invento.
Mi invento de quien eras y de quien pensé que podrías ser para mí.
Y al verte, al compararte, tu ser se quedó pequeño.

Hoy cuando te vi sentada, recordé nuestro cuento.
El cuento que yo escribí, pues de tu parte existió todo menos esfuerzo.
Quise acercarme, quise discutir nuestro amor muerto, nuestro amor eterno.
Pero mientras a todos sonreiías me fue evidente, que todo lo tuyo interesante venia de mi propio pecho.

Pecho que te sobreinterpretaba.
Pecho que te ve´ia aun en su sueño.
Sueño que tus labios transgiversaba.
Pues todo silencio bien se esconde con un beso.
Besos que me dabas, pero veo que quien fuera regalabas.
Regalos que no vienen del cielo.
Cielo que tus ojos prometían.
Promesas que tu alma no llevó a provecho.

Y en mi desquite aprovecho al ritmo.
Que en la noche me persigue como anzuelo.
Pues el tonto se fija en las cosas brillantes.
Brillantes como vasijas. Vacías por dentro.