Caminas por un enorme terreno desierto sin rumbo definido. Caminas compulsivamente, buscando con la mirada algo que no sabes que quieres. Caminas sin saber qué es el tiempo, rodeada por mucha gente que camina de la misma manera que tú. Mueves los ojos nerviosamente, cruzas tu mirada con la de cientos de hombres y te mareas; más de una vez crees haber encontrado la mirada que necesitas pero este hombre no se siente así respecto a ti.
Sigues caminando y llegamos al terreno un grupo gigante de personas igual de perdidas, igual de mareadas, Nos ponemos a caminar compulsivamente y tú al igual que las otras personas que ya llevaban mucho tiempo allí, te sientas en el piso. Mi mirada se cruza con la tuya y encontramos una paz temporal, una paz que nos indica que tenemos un camino que debemos caminar. Te levanto del suelo y me aprietas la mano con fuerza, ahora caminamos juntos, pero realmente no somos pareja, es uun romance.
Por algún motivo al juntar nuestras manos sabemos a donde ir, caminamos por el desierto y nos damos cuenta que no somos los únicos dirigidos a allí donde queremos ir. En el camino a veces no te escucho, a veces tú no me escuchas a mí. Esto hace que nos caigamos, que nos golpeemos y que a veces no quieras seguir. Mas de alguna manera nos levantamos y seguimos adelante, aprendiendo de los motivos por los que nos caímos en primer lugar. Seguimos en el camino hasta que ya no podemos avanzar más, nos detiene una enorme grieta frente a nosotros.
Te digo que quiero saltar a la grieta, pero tú no quieres. Me dices que te da miedo, pero yo no entiendo. Vemos como llegan la mitad de las parejas que nos encontramos en el camino y saltan juntos. Te digo que por algún motivo entiendo la grieta. Entiendo que solo se puede saltar en ella si se salta en pareja. Te digo que es posible que en la caída nos separemos o que al llegar de pronto ya no querremos seguir, pero que siempre y cuando saltemos agarrados de la mano, la caída, la sobreviviremos. Me miras con duda en tus ojos y salto a la grieta sin soltarte la mano, pero tú te frenas en la orilla. Tus pies se clavan en la tierra, mis pies flotan en el vacío. Tu fuerza no es suficiente para sacarme de la grieta, yo no soy capaz de obligarte a caer. Te digo que puedes atreverte a saltar conmigo, que puedes dejarme ir, o que podemos quedarnos inmóviles y morir así.
Pasan tres días y todavía no decides, el cansancio se ve en tu cara.
Me dejo caer y tú te regresas a la caminata sin rumbo.
martes, 19 de noviembre de 2013
miércoles, 6 de noviembre de 2013
Depresión licántropa
Rubén camina por las calles de su ciudad mirando los altos edificios que reflejan el ocaso del sol y revisa que solo lleve puesta su ropa más barata. El sol termina de meterse; la luz de los edificios no permite ver ni la noche ni a las estrellas, pero Rubén sabe que la noche está comenzando.
Rápidamente Rubén corre a un callejón, se quita sus zapatos, se agacha y sale del callejón con cuatro patas y una cola. Él llevaba todo el mes esperando la luna llena para tener esa noche sin preocupaciones humanas. Nada de mujeres rechazando, nada de trabajos atrasados, nada de limitaciones físicas, esa noche solo era pelo, sangre y saliva.
Rubén camina sigilosamente por las aceras con la cabeza gacha. Con la nariz encuentra el rastro de dos jóvenes mujeres y lo persigue a gran velocidad. Al encontrarlas siente la adrenalina recorrer su cuerpo, siente la saliva entre sus dientes y la tensión en sus dedos. Rubén está listo para el primer ataque de la noche. Una de las dos jóvenes voltea a mirar atrás por puro vicio y nota a Rubén. "Pero mira que perro tan hermoso" le dice a su compañera. "Sí, parece ser una mezcla entre un husky siberiano y un pastor alemán." Responde la compañera. Las dos jóvenes se agachan y estiran sus brazos en dirección de Rubén intentarlo hacer acercar para acariciar su sucio pelo. Rubén no entiende por qué estas jóvenes no le tienen miedo y se comienza a enojar. Cuando él es humano nadie le teme, pero cuando es licántropo la gente que lo ve grita hasta que la luz abandona sus ojos, no se vale que estas niñas no le teman. Rubén no puede con su desespero y salta con sus fauces abiertas en dirección del brazo de la joven que estaba más cerca. Esta se da cuenta del ataque y de su bolso rápidamente saca un gas pimienta con el que ciega monetariamente a Rubén, no sin mucho dolor.
Rubén escucha como las niñas se alejan y se intenta sobar los ojos con sus patas para pasar el ardor. El último mes realmente no ha sido el mejor para el pobre Rubén.
Rubén, todavía un poco ciego ahora camina por las zonas familiares de la ciudad. Él se acuerda que entre estos jardines decorados habitan dos licántropos más. Orina en un teléfono público nada más por el gusto de hacerlo y comienza a buscar el olor de sus compañeros de enfermedad. Una vez que encuentra el rastro los sigue con alegría dando zancadas de la emoción. Rubén cuando es humano no tiene muchos amigos, no tiene ni uno solo. Pero cuando es lobo los tiene a estos dos... o los tenía, ya que cuando los encuentra uno de sus amigos esta encima de la otra loba imitando a los humanos que con su cuerpo demuestran su amor. Rubén se va en silencio para que no lo noten y se dirige hacia el bosque de la ciudad, un bosque famoso por ser el más frío de la nación.
Rubén está triste, camina por el bosque con sus orejas abajo y con sus sueños entre sus patas. Rubén como humano no era nadie, pero como lobo era del mundo el señor. Pero esta noche no era así, esta noche Rubén no era nadie y ni una cola, dos orejas, cuatro patas y mucho pelo eso podía cambiar.
Rubén encuentra una ladera, la sube y levanta su hocico. Baja más las orejas, cierra los ojos y aúlla su tristeza, como lobo puede cantar mucho más bello de lo que cualquier humano podría esperar. A su aullido se suman decenas de gritos de lobos de todo lugar. Rubén traduce estos aullidos y escucha "no eres de aquí", "regresa a tu hogar", "aquí solo cantas si eres animal."
Rubén camina de regreso hacia su casa con la cola entre las patas y se comienza a insultar. "Licántropo idiota, ¿por qué pensaste que la luna te iba a ayudar?" "El mundo de hoy en día no es para hombres ni para lobos. Este mundo es para esa raza especial de humanos que no tienen noción del bien ni del mal." "No seas hombre, que eso da asco. No seas lobo, que no eres digno. No seas ambos, que la naturaleza dice que eso está mal. No seas nada, te tienes que valorar." Rubén llega a su casa y una vez adentro mira por la ventana. Piensa en como habría sido ser un licántropo siglos atrás y su cola comienza a moverse. Rubén mira el sol, el efecto del gas pimienta está acabándose del todo y por primera vez después de una luna llena se llena de ansias de ver al alba. Como lobo había tomado una decisión, pero solo como humano la podría llevar a cabo.
Rubén, no sabía que esa noche sus dos amigos murieron atropellados por un camión lleno de productos de alto colesterol. Rubén no sabía que él era el último ser de naturaleza superior. Rubén vio salir al sol y con un pequeño paso hacía el alba al último licántropo de la historia asesinó
Rápidamente Rubén corre a un callejón, se quita sus zapatos, se agacha y sale del callejón con cuatro patas y una cola. Él llevaba todo el mes esperando la luna llena para tener esa noche sin preocupaciones humanas. Nada de mujeres rechazando, nada de trabajos atrasados, nada de limitaciones físicas, esa noche solo era pelo, sangre y saliva.
Rubén camina sigilosamente por las aceras con la cabeza gacha. Con la nariz encuentra el rastro de dos jóvenes mujeres y lo persigue a gran velocidad. Al encontrarlas siente la adrenalina recorrer su cuerpo, siente la saliva entre sus dientes y la tensión en sus dedos. Rubén está listo para el primer ataque de la noche. Una de las dos jóvenes voltea a mirar atrás por puro vicio y nota a Rubén. "Pero mira que perro tan hermoso" le dice a su compañera. "Sí, parece ser una mezcla entre un husky siberiano y un pastor alemán." Responde la compañera. Las dos jóvenes se agachan y estiran sus brazos en dirección de Rubén intentarlo hacer acercar para acariciar su sucio pelo. Rubén no entiende por qué estas jóvenes no le tienen miedo y se comienza a enojar. Cuando él es humano nadie le teme, pero cuando es licántropo la gente que lo ve grita hasta que la luz abandona sus ojos, no se vale que estas niñas no le teman. Rubén no puede con su desespero y salta con sus fauces abiertas en dirección del brazo de la joven que estaba más cerca. Esta se da cuenta del ataque y de su bolso rápidamente saca un gas pimienta con el que ciega monetariamente a Rubén, no sin mucho dolor.
Rubén escucha como las niñas se alejan y se intenta sobar los ojos con sus patas para pasar el ardor. El último mes realmente no ha sido el mejor para el pobre Rubén.
Rubén, todavía un poco ciego ahora camina por las zonas familiares de la ciudad. Él se acuerda que entre estos jardines decorados habitan dos licántropos más. Orina en un teléfono público nada más por el gusto de hacerlo y comienza a buscar el olor de sus compañeros de enfermedad. Una vez que encuentra el rastro los sigue con alegría dando zancadas de la emoción. Rubén cuando es humano no tiene muchos amigos, no tiene ni uno solo. Pero cuando es lobo los tiene a estos dos... o los tenía, ya que cuando los encuentra uno de sus amigos esta encima de la otra loba imitando a los humanos que con su cuerpo demuestran su amor. Rubén se va en silencio para que no lo noten y se dirige hacia el bosque de la ciudad, un bosque famoso por ser el más frío de la nación.
Rubén está triste, camina por el bosque con sus orejas abajo y con sus sueños entre sus patas. Rubén como humano no era nadie, pero como lobo era del mundo el señor. Pero esta noche no era así, esta noche Rubén no era nadie y ni una cola, dos orejas, cuatro patas y mucho pelo eso podía cambiar.
Rubén encuentra una ladera, la sube y levanta su hocico. Baja más las orejas, cierra los ojos y aúlla su tristeza, como lobo puede cantar mucho más bello de lo que cualquier humano podría esperar. A su aullido se suman decenas de gritos de lobos de todo lugar. Rubén traduce estos aullidos y escucha "no eres de aquí", "regresa a tu hogar", "aquí solo cantas si eres animal."
Rubén camina de regreso hacia su casa con la cola entre las patas y se comienza a insultar. "Licántropo idiota, ¿por qué pensaste que la luna te iba a ayudar?" "El mundo de hoy en día no es para hombres ni para lobos. Este mundo es para esa raza especial de humanos que no tienen noción del bien ni del mal." "No seas hombre, que eso da asco. No seas lobo, que no eres digno. No seas ambos, que la naturaleza dice que eso está mal. No seas nada, te tienes que valorar." Rubén llega a su casa y una vez adentro mira por la ventana. Piensa en como habría sido ser un licántropo siglos atrás y su cola comienza a moverse. Rubén mira el sol, el efecto del gas pimienta está acabándose del todo y por primera vez después de una luna llena se llena de ansias de ver al alba. Como lobo había tomado una decisión, pero solo como humano la podría llevar a cabo.
Rubén, no sabía que esa noche sus dos amigos murieron atropellados por un camión lleno de productos de alto colesterol. Rubén no sabía que él era el último ser de naturaleza superior. Rubén vio salir al sol y con un pequeño paso hacía el alba al último licántropo de la historia asesinó
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