Caminas por un enorme terreno desierto sin rumbo definido. Caminas compulsivamente, buscando con la mirada algo que no sabes que quieres. Caminas sin saber qué es el tiempo, rodeada por mucha gente que camina de la misma manera que tú. Mueves los ojos nerviosamente, cruzas tu mirada con la de cientos de hombres y te mareas; más de una vez crees haber encontrado la mirada que necesitas pero este hombre no se siente así respecto a ti.
Sigues caminando y llegamos al terreno un grupo gigante de personas igual de perdidas, igual de mareadas, Nos ponemos a caminar compulsivamente y tú al igual que las otras personas que ya llevaban mucho tiempo allí, te sientas en el piso. Mi mirada se cruza con la tuya y encontramos una paz temporal, una paz que nos indica que tenemos un camino que debemos caminar. Te levanto del suelo y me aprietas la mano con fuerza, ahora caminamos juntos, pero realmente no somos pareja, es uun romance.
Por algún motivo al juntar nuestras manos sabemos a donde ir, caminamos por el desierto y nos damos cuenta que no somos los únicos dirigidos a allí donde queremos ir. En el camino a veces no te escucho, a veces tú no me escuchas a mí. Esto hace que nos caigamos, que nos golpeemos y que a veces no quieras seguir. Mas de alguna manera nos levantamos y seguimos adelante, aprendiendo de los motivos por los que nos caímos en primer lugar. Seguimos en el camino hasta que ya no podemos avanzar más, nos detiene una enorme grieta frente a nosotros.
Te digo que quiero saltar a la grieta, pero tú no quieres. Me dices que te da miedo, pero yo no entiendo. Vemos como llegan la mitad de las parejas que nos encontramos en el camino y saltan juntos. Te digo que por algún motivo entiendo la grieta. Entiendo que solo se puede saltar en ella si se salta en pareja. Te digo que es posible que en la caída nos separemos o que al llegar de pronto ya no querremos seguir, pero que siempre y cuando saltemos agarrados de la mano, la caída, la sobreviviremos. Me miras con duda en tus ojos y salto a la grieta sin soltarte la mano, pero tú te frenas en la orilla. Tus pies se clavan en la tierra, mis pies flotan en el vacío. Tu fuerza no es suficiente para sacarme de la grieta, yo no soy capaz de obligarte a caer. Te digo que puedes atreverte a saltar conmigo, que puedes dejarme ir, o que podemos quedarnos inmóviles y morir así.
Pasan tres días y todavía no decides, el cansancio se ve en tu cara.
Me dejo caer y tú te regresas a la caminata sin rumbo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario