Estas acostado cuando comienza el mareo. Los colores ya no se ven como se veían antes y ni tu mente ni tus sentidos tienen la menor idea de que es real y que no lo es.
Te levantas de donde estás y sientes un poco de nauseas. Supones que es normal, así que nada más sigues caminando hacía el espejo más cercano. Una vez frente a este, te ves la cara y te detienes con asombro. No recuerdas cuando fue la última vez que viste tu cara con este filtro, tan clara, tan definida, tantos poros y tantos colores. No puedes negar que el humano es algo extraordinario, pero eres consciente que esto no significa necesariamente bueno.
Te sientes sucio, sientes cada pequeña molécula de piel muerta sobre ti y te sorprendes por tu capacidad de percibir esto. Necesitas bañarte, no hay forma de quitarte esta idea de la cabeza más que con agua y con jabón, por lo que buscas una bañera (la cual encuentras casi inmediatamente) y te introduces en ella.
La bañera está vacía, esa es la idea. Quieres saber como se siente sumergirse poco a poco en agua en este estado tan extraño para ti.
Ya cuando el agua está alrededor tuyo, tu mente es azotada por ideas y preguntas. Esto realmente no te sorprende, ya habías considerado la posibilidad de que este estado en el que te encuentras te llevara a preguntar cada pequeña cosa y divagar por cada camino imaginario que te pudieras inventar.
Sales del baño, te secas sintiendo la áspera toalla y buscas ropa para cubrirte. Normalmente te demoras mucho en vestirte; combinando colores, tonos, texturas y ángulos. Pero ahora no, en este estado tu concepto de la belleza y de la estetica es algo demasiado complejo y la satisfacción es algo inalcanzable. Te pones una camisa morada oscura (ese color parece bonito) y unos pantalones opacos. Sales a la calle y sientes la brisa en tu cabello todavia húmedo. El viento se siente distinto, como que huele a viento, cosa que antes nunca habría tenido sentido.
Mientras caminas y sientes como el sol calienta más entre más alto está, te cruzas con decenas, centenares de personas. Por primera vez en mucho tiempo te fijas en todas sus caras. Notas que la mayoría de la gente no sonríe, todo el mundo aparta la mirada y la gente bonita siente tiene cara de miedo. Esto te entristece, error fatal. En el estado en el que te encuentras la tristeza crece como maleza y es igual de difícil de matar. Necesitas sentarte, estás melancólico, estás triste, estas arrepentido de tu estado. ¿Por qué estás en este estado? ¿en que momento pareció una buena idea?
Ya habías escuchado de muchas personas que estar en este estado los llevo a la ruina, pero la maldita presión social, la maldita curiosidad.
Cediste, cediste porque la gente te dijo que lo hicieras. Todo iba bien hasta que antes de dormir, las voces de todo el mundo te hizo inyectarte esa sustancia. Todos dijeron que se sentía muy bien ¿y por qué mentirían? Pero ahora, envuelto en el gris del mundo, en una banca de la ciudad más genérica de la historia ya eres adicto. Ya lo necesitas para sobrevivir. Ya es cuestión de orgullo.
Mira, ya la cagaste. A estas alturas no tienes vuelta atrás, así que aunque sea hazle un favor a alguien más. No compartas la sustancia, no crees más adictos.
Prometete a ti mismo que desde este momento no dejaras que nadie pruebe la sobriedad.
La sobriedad mata, carajo, y mata lento.
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