Él va manejando su carro con sus ojos cansados de luchar contra las lágrimas, y la música que segundos atrás le daba esperanza ahora lo hace sentir mal. Él se siente triste, pero la gente lo llama creativo. Él se siente imbécil, pero la gente le dice que tiene buen corazón. Él va conduciendo por una zona de la ciudad que él no dominaba mucho y se mete sin darse cuenta en contravía por una calle pequeña y oscura.
Al final de la calle él puede ver como se aproxima un camión a gran velocidad y él sabe que eso lo podría matar. Pero él es orgulloso, y una niña lo acaba de hacer sentir muy mal. Él no va a permitir que este camión lo haga detenerse aunque él sea quien esté mal.
Él ve como el camión se acerca y lejos, en la India está el único sobreviviente de un accidente de avión cortándose las venas con un fragmento de ventana rodeado por los cadáveres de sus tres hijas.
Él escucha como el camión comienza a tocar la bocina con desesperación y en Bogotá hay un ratero apuñalando a una joven de diecinueve años que no tuvo dinero para dar.
Él ve como los dos vehículos no van a poder frenar a tiempo, y una mujer en Miami llora por su aborto espontáneo.
Él siente el sudor escurriendo por su frente y un esquiador se cae de los Pirineos pintando la nieve de rojo natural.
Él sabe que en ese momento puede morir, pero él sabe que su muerte no afectará a nadie.
Él tiene pocos segundos para que llegue el impacto y por su desamor no le tiene miedo a morir.
Él cierra los ojos y se sale del camino con un timonazo, salvando su vida y arruinando su muerte.
Él estuvo cerca de la muerte y supo que muerto sería como todos los demás.
Él llega a su casa, decide seguir con su vida y hasta de pronto ir a alguna institución para hacer servicio social.
Él se da un baño, se cepilla los dientes y borra las fotos de ellos dos de su celular.
Él de repente se siente tranquilo, cierra los ojos y se dispone a descansar.
Él esa noche muere a causa de una fuga en las tuberías del gas.
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