Me despierto emocionado. ¡Hoy no está lloviendo! ¡Eso es bueno! Eso es muy bueno! Los días que no llueve pasa algo que me hace muy feliz, algo que me da ganas de mover mi cola y que no pasa los días que está lloviendo. No recuerdo que es eso que pasa. ¡pero sé que va a pasar! Tengo hambre, camino por la calle dónde duermo todas las noches y comienzo a olfatear. Reconozco muchos olores ¡Muchos! Reconozco el olor a queso, el olor a carne, el olor a humanos. Me gusta el olor de los humanos, siempre es el mismo pero ligeramente diferente. Hay humanos que huelen un poco a sudor, otros que huelen un poco como flores, y otros que huelen también a aceite de almendras.
A mí me gustaría vivir en una casa con humanos. Ser como esos cachorros que veo a veces caminando amarrados a una cuerda que lleva el humano de la mano. Los humanos toman de la mano a las personas que quieren, a sus crías, a sus parejas, y a veces a sus amigos. Pero los humanos no pueden tomarnos a los perros de la mano, ¡Entonces nos ponen las cuerdas! Que afortunados que son esos perritos que halan y halan a sus humanos. Los envidio a decir verdad. Un poco porque tienen una casita donde dormir, un poco porque tienen quien los acaricie, pero también los envidio porque son pequeños. Yo ya soy un perro viejo, no puedo correr con tanta alegría, ni podría halar a un humano con mucha fuerza. Además no soy tan lindo como esos cachorrillos. Mi pelo no brilla, mi cara está caída, y me falta media oreja. Lo peor de todo es ¡que no sé qué le pasó a la otra media oreja! Hay muchas cosas que no recuerdo, hace años (creo) que perdí mi memoria. Puedo recordar ciertas cosas antes del día en el que perdí mi memoria, pero no recuerdo nada nuevo desde entonces. Cada día comienzo emocionado, pero confundido. Cada día despierto siendo un cachorro, hasta que me veo en un charco o en un rio. Entonces me doy cuenta que me volví viejo sin saberlo. ¡Pero no dejo que eso me ponga triste! ¡Todos los días pasan cosas nuevas y emocionantes! ¡Especialmente los días en los que no llueve! Y si no recuerdo qué es exactamente lo que pasa, ¡Más lo disfruto en el momento que pasa!
Me como una buena pierna de pollo que encuentro en la basura. Los humanos matan y matan animales, pero nunca se los comen completos. Quitan la piel y quitan el músculo, ¡pero se olvidan del hueso! Me llevo el hueso en mi hocico hasta el banquillo en el qué desperté y me dedico a morderlo. Lo muerdo y lo muerdo mientras veo a las personas pasar, algunas crías me miran con ojos gigantes y me estiran sus manos, ¡quiero jugar con ellos! pero sus padres no me dejarían, le gritarían a sus crías y a mi me darían una buena patada. Ese es el problema de los perros que no encontramos una familia cuando éramos pequeños, crecimos y ya nadie nos quiere ni mirar. Muerdo mi hueso y muerdo mi hueso. Huelo un aroma familiar, un aroma que no reconozco ¡pero que conozco! No sé qué estoy esperando, pero estoy listo. Mi oreja y media están levantadas, mis piernas tencionadas y mi cola contra el suelo. El olor se aproxima, escucho pasos. ¡Pasa una sombra, corro tras ella! Estoy corriendo muy rápido, estoy corriendo y me siento feliz ¡me gusta correr! Hay un hombre al lado mío, y el está corriendo conmigo también. Me mira y lo miro, el hombre me sonríe. ¡Que linda es la sonrisa de un hombre adulto, que linda es la sonrisa de mi amigo! Estamos corriendo por las calles y yo ya no recuerdo de donde vinimos, ni quien es él. Odio mi mala memoria, no recuerdo donde perdí la buena. Pero recuerdo mi último momento antes de perderla. Yo era un cachorrillo, muy bonito y gordito. Estaba en una caja con todos mis hermanos y muchos humanos venían a vernos. Nos sacaban de la caja y nos daban besitos en la nariz, y si ellos olían rico nosotros les lamíamos la cara. Y una cría en especial jugaba mucho conmigo. Tenía una pequeña pelota amarilla que me dejaba seguir.
El hombre deja de correr y yo me detengo también. El hombre me toca la cabeza y me siento, destapa una botella de agua y me da un poco ¡y que rico sabe! ¡El agua de los humanos es lo mejor! El hombre me hace un movimiento con la mano y se retira y a mí me da sueño. Encuentro un banquillo cercano y me pongo a dormir.
Me despierto sin ánimos, hoy está lloviendo y tengo frío. Los días que llueven son días menos divertidos, aunque no sé muy bien por qué. Los días que llueve son días en los que yo siento miedo. Los humanos casi no caminan, sino que andan en sus maquinas ruidosas que atacan a los perros con su luz. Esas maquinas me dan mucho miedo, son animales que rugen pero que no respiran. Animales que están muertos, pero que de repente despiertan y corren. No me gustan los días que llueve porque mi pelo está mojado, y cuando intento entrar en una tiendita caliente, los humanos me gritan y me atacan, y yo no puedo hacer nada. Si me intento defender me pueden matar, así que solo lloro y salgo a la lluvia otra vez. Cuándo yo era un cachorrillo esto nunca pasaba. Si teníamos frío mis hermanos y yo nos juntábamos y lo dejábamos pasar. Pero hace mucho tiempo que no veo a mis hermanitos. La última vez que los vi estábamos todos en una caja, pero una cría me sacó. Me sacó y jugamos con una pelota pequeña. ¡Él la tiraba y yo le empujaba más lejos! Y los dos corríamos. Su madre le gritaba, claro, en especial porque estaba lloviendo. Pero él y yo no dejábamos de jugar. Él tiraba la pelota y se reía, yo la pateaba y él se reía. Reconozco un olor familiar, pero también hay un olor nuevo.
Bajo una sombrilla camina un humano junto a una humana. No se toman de la mano, pero se siente que quieren estar cerca. El humano se me acerca y me toca la cabeza. Le murmura algo a la humana que yo no entiendo y ella se agacha acercándome su mano. Yo a los humanos les tengo un poquito de miedo, en especial si sus manos están muy cerca, pero el hombre huele muy familiar. Me acerco un poco a la mano y entonces lo huelo. ¡Huele a carne! ¡La mujer tiene carne en su mano! Me acerco con cuidado y muerdo una esquinita de la carne, la halo para atrás y la mujer sonríe. El hombre le toca el hombro y juntos se van. Yo me quedo mordiendo la carne, no quiero tragármela todavía. Pienso en ese niño con el que jugaba en la lluvia y me da miedo. Recuerdo las luces, recuerdo la pelota amarilla, recuerdo el grito de la mamá. Creo que yo seguí esa pelota, creo que uno de esos animales que me dan miedo la vio también. Y por eso me atacó... Pero no... no me atacó a mí, lo ataco a él. El niño me empujó y el animal lo atacó, y en algún segundo allí perdí mi oreja y mi memoria. Me siento triste y me trago la carne, tengo mucho frío, tengo que dormir.
Cada día estoy más viejo, y cada día me despierto sin saberlo. Pero no pasa mucho tiempo sin que me de cuenta. Mi oído ya no es tan agudo, y los olores se comienzan a mezclar. Hay días de sol en los que tengo mucho animo, pero en los que no me puedo casi mover, y hay días de lluvia en los que los humanos no me atacan, solo me miran con tristeza y una extraña solemnidad. Hoy está lloviendo, y ahora siempre que veo una de esas maquinas de luces recuerdo a ese niño, y a su olor familiar. Yo creo que ese niño está vivo, no puedo explicarlo pero creo que lo está. Quisiera verlo y disculparme con él, quisiera que me adoptara y que pudiera lamerle los pies, y hasta quisiera volver a jugar con la pelotita amarilla. Pero no creo que lo vuelva a ver ¿Cuȧnto tiempo habrá pasado? Seguramente él no se ve como se veía, seguramente él no se acuerde de mí. Yo intento no estar triste, pero últimamente es más difícil, y últimamente llueve más. Escucho unos pasos acercarse, y rápidamente pasa una mujer. De su cara caen gotas saladas y su olor me resulta familiar. Pero es más familiar el olor que la persigue, el hombre que corre detrás. Este hombre creo recordar corre solo cuando no llueve, y hoy esta lloviendo, entonces algo debe estar mal. Hago un último esfuerzo y me levanto, corro tras él. El voltea y me mira, y sonríe, él y yo somos amigos aunque yo no lo recuerde y yo estoy aquí para él.
Escucho el rugido de animal muerto, veo la luz salir de entre la lluvia. ¿¡Dónde está él!? No, no, no, no, no. Vamos nariz, vamos. Su olor está en el piso, él está en el piso, yo estoy junto a él. La mujer que corría se detiene y se cubre la boca. Se acerca y cae de rodillas, el hombre no respira, no respira, mi amigo no respira. Recuerdo la lluvia, recuerdo las luces, recuerdo a mi amigo. La mujer me mira y me da miedo, me va a pegar ¡No es mi culpa! Perdón, perdón, perdȯn. La mujer salta sobre mí y solo suelto un pequeño gemido. La mujer me abraza, la mujer llora, la mujer me necesita. Yo soy un perro viejo, no soy un cachorro, no puedo consolarla como un cachorro podría. Pero le lamo la cara, ella también perdió a su amigo. Llega otro animal de luces y con muchas luces esta vez. Se llevan a nuestro amigo, la mujer se sube en el animal, y a mi me sube también. Es una noche muy larga, y yo no sé dónde estoy, tengo mucho sueño pero no quiero dejar a la mujer sola. No puedo quedarme dormido, no puedo quedarme dormido, simplemente no puedo.
Despierto. Estoy en una casa caliente, hay fuego cerca, tengo miedo. Nunca he estado en una casa de humanos sin que me peguen, necesito irme, ¿por dónde puedo salir? Encuentro una puerta, y debajo de ella hay sombras, la puerta se abre. De la puerta sale un niño, no es solo niño. ¡De la puerta sale el niño! No sé cómo, pero de la puerta sale el niño de la pelota y me abraza. Él no está viejo, pero yo si. ¿Él me recuerda? Detrás de él está una mujer que me parece conocida, su olor es familiar. Sus ojos están tristes, pero su cara sonríe. ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? La mujer tiene un collar y una cuerda, y me la amarran al cuello. El niño me toca la cabeza y me coge de la mano, o de la cuerda, es igual. Salimos a la calle y soy un cachorrillo, tengo fuerza, quiero jugar. El niño juega conmigo y su madre nos mira a lo lejos, nos regala una pelotita amarilla muy muy viejita. Tan viejita como yo. Pero que todavía funciona y todavía puede jugar. ¡Yo también todavía puedo jugar!
Jugamos por horas y volvemos a la casa, el niño se acuesta y yo con mucho cuidado me acuesto en sus piernas. Yo soy un perro viejito, pero mañana de eso no me voy a acordar. Para el cachorro de hombre yo soy un cachorrillo,y para su madre creo que soy un viejo amigo. Mañana no me voy a acordar de nada pero eso me parece bien. Tengo a mi amigo conmigo, aunque se vea un poco distinto.
Yo me debo ver distinto también...
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