Un hombre observaba como un tucán descansaba sobre una rama y comenzó a burlarse de él.
"¡Que triste ser un tucán!" decía mientras bebía de su cerveza. "¿Quién querría ser un animal que desde el pico hasta el trasero está diseñado para exponerse buscando que reconozcan su belleza?" dijo en voz alta orgulloso de su astucia.
"Maldito animal torpe." Dijo lentamente antes de lanzarle la lata ya vacía al ave.
La pequeña criatura esquivó el proyectil dando pequeños saltos ágiles sobre la rama y de su pico comenzó a salir una ronca voz que decía "torpe, torpe, torpe."
Indignado, el hombre le pregunto al tucán. "¿Cómo puedes llamarme torpe usando palabras de mi idioma, cuando los de su especie ni siquiera saben hablar?"
El hombre no se sentía ridículo por estar hablando con un tucán. ¡era defensa personal!
"Humano torpe" dijo el tucán ahora demostrando elocuencia.
"Todos los animales sabemos hablar, solo no perdemos tiempo en eso." "De igual manera no perdemos tiempo buscando que reconozcan nuestra belleza, en el paraíso no existe la necesidad de reconocimientos ni de idiomas."
El hombre estaba tan confundido por lo que le había dicho el ave que ni siquiera cuestionaba cómo este conseguía hablar. "Yo no soy religioso." Dijo el hombre al ave. "Pero sé que a los hombres nos echaron del paraíso." "¿Cómo me puedes decir que no necesitas tales cosas en el paraíso cuando estás fuera de él, cuando estás aquí conmigo?" Él tucán comenzó a reír, una risa tan pacifica y uniforme que aterrorizaría a quien quiera que la escuchara.
"Ustedes los humanos y su orgullo." Comenzó el tucán. "Están tan convencidos de su importancia que creyeron que cuando ustedes fueron expulsados, todos nosotros también lo fuimos inmediatamente."
El hombre no sabía que decir, así que miro al ave fijamente.
"Nosotros los animales nunca fuimos expulsados, por eso no buscamos darle sentido a las cosas, por eso no sufrimos cuando ustedes se ponen en funciones superiores, por eso no tememos a la muerte."
Dijo el tucán antes de volar hasta el brazo del hombre
"Aquí en el paraíso todo tiene sentido."
El hombre horrorizado sacudió su brazo y espanto así al ave.
"Me confundes." Le confeso el hombre al animal. "Dices que al hombre se le expulso del paraíso, pero a la vez afirmas que aquí es el paraíso."
El tucán voló hasta la cabeza del hombre delicadamente para evitar asustarlo y volvió a reír.
"¿Su orgullo no tiene final?" preguntó. "¿No has pensado que tal vez no valía la pena crear otro mundo para ustedes los humanos?" "¿Que tal vez lo mejor era solo no dejarlos presenciarlo?"
El hombre otorgo su silencio al ave.
"¿Por qué crees tú que solamente el hombre se avergüenza de su mierda, de su cuerpo o de sus decisiones?" Dijo el ave saltando al aire de nuevo.
"Porque la manera de expulsarlos no fue física, fue quitándoles la habilidad de presenciar todo esto." Respondió a su propia pregunta.
"Fue solo cuestión de cegarlos." Después de esta afirmación el tucán voló lejos y nunca pasó cerca del hombre de nuevo.
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