¡Vamos a fumar!

Hoy vamos a fumar, vamos a quemar todas nuestras frustraciones, las vamos a tragar.
Haremos que viaje por nuestro cuerpo, nos aseguraremos que toque nuestro corazón.
Lo sacaremos de nuestro organismo, lo haremos volar, veremos cómo se alejan, podremos respirar.
Nos sentiremos aliviados, no necesitaremos nada más, pero queremos más problemas de nuevo vamos a inhalar.

Esta vez es distinto, sabemos que causo el sentimiento, sabemos cómo en el futuro esto llegar a evitar.
Se apagó el cigarrillo, no tiene sentido, no hay viento ni agua que lo pudiera apagar.
Pero recordamos que para que el fuego se mantenga nuestra fuerza tenemos que aplicar.
Dudamos un segundo, no tiene sentido esforzarnos por algo que al final solo problemas nos puede causar.

Oh pero recordamos, se necesitan problemas si problemas queremos solucionar.
Entonces inhalamos, con ansias de poder exhalar, pero no lo hacemos ya mismo, no vemos mérito en una pelea fácil ganar.
Lo mantenemos dentro solo lo suficiente como para sentirnos mal, lo exhalamos finalmente, dichosos del placer que esto nos logra causar.

Tiramos el cigarrillo al piso, pero aún no lo vamos a pisar.
Pasamos la lengua por nuestros dientes, notamos que en su esmalte hubo un cambio radical.
Sentimos seca la garganta, pero no vas a tomar agua, esto lo quieres disfrutar.
Miras la colilla en el piso, te alejas sin mirar hacia atrás.
No sientes ninguna culpa, al fin todo lo que querías era un incendio iniciar.