viernes, 30 de noviembre de 2012

Insomio

La noche ya está cansada de mirar como yo no me he quedado dormido.
Mis brazos están cansados, mis ojos también.
Mi mente está agotada, el cansancio está presente, necesito dormir.
Uno se pregunta el porqué no logro dormir, uno se pregunta que falta.
Con mente y cuerpo agotados el sueño no viene, y la culpa la tienes tú.

¿Duermes contenta? ¿Siquiera duermes? ¿Qué hora es donde estás?
Por dios, quién sabe donde estás ahora mismo.
Seguramente duermes, tranquila y cálida. Sin ninguna preocupación.
Y seguramente no te das cuenta, no. Que mientras tú sueñas, sueños llenos de humo y de alcohol.
Yo no puedo quedarme dormido, ¿alguna vez te has preguntado a que horas sale el sol?

Pasa el tiempo y yo sigo despierto.
Viene un bostezo y al igual que todo, rápidamente se va.
Que mierda, que sueño, que tan desperdiciada puede llegar a ser una oportunidad.
Mientras yo tomo este puto té, tú debes estar despertando en tu mañana gris rosado.
¿A que horas sale el sol por allí?
Supongo que nunca lo sabremos. Bueno, no lo sabré, supongo que tú sí.

A ti seguramente no te importa si me logro dormir, ¿por qué debería importarme a mí?
En lo que a ti concierne ya estoy dormido, y soñando acerca de lo bueno que es no tenerte aquí.
Pensar en ti ya me dio sueño.
¡Ha! la ironía, escribirte un poema de como no duermo a diferencia de todo lo demás si parece servir.

...Mierda, ¿A quién engaño?
Esta noche seguramente no lograré dormir.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Equilibrio y las orejas de putas


Íbamos en un taxi Melanie y era domingo por la noche. Como habíamos ido a una fiesta underground decidimos no llevar más que una ropa barata 10 mil pesos y una pistola porque un maricón me tenía amenazado por chuparle las tetas a su novia.
La hora en el reloj del radio daba las 10 de la noche y recordé nuestro corto presupuesto.
-No se le olvide hombre que solo llevamos 10 mil. Le recordé al taxi y este se detuvo.
-Hermanitos ya pasamos ese número hace rato. Respondió poniéndole seguro a las puertas.
-Pero si la señorita está dispuesta a hacer algo para completar los dejo bajar sin problema.
Tú me miraste y en tus ojos verdes pude ver el miedo y rabia que sentías. De haber estado sola probablemente le hubieras arrancado la verga de un mordisco, para después salir corriendo.
Afortunadamente llevaba mi pistola y al apuntarla al imbécil del taxista entendió que no tenia nada que hacer. Nos bajamos ahí mismo y tú me diste un abrazo agradeciéndome. Te puse un cigarrillo en la boca y lo prendí para que te relajaras. Debían ser las 10:30 de la noche y estábamos en la mitad de la mierda.

Ver tu pelo rubio brillar por la luz del fuego en tu boca me dio ganas de fumar y me prendí un cigarrillo para mí mismo. Saqué el humo de mi boca bruscamente y te dije que estaba mamado, que me mamaba que los taxistas fueran imbéciles y que si uno no anduviera armado tendría que ver a sus amigas mamárselo a esos idiotas.
Tú me dijiste que entonces nos escapáramos y te creí por lo que te di un beso y te agarre la mano demostrando aprobación.

Los dos sabíamos que ese beso era el primero que nos dábamos, pero ninguno le dio importancia. Tú y yo no éramos novios ni amigos con derechos. Ese beso nos volvía en algo más interesante, algo más valioso. Ese era el beso que le daba un hombre a su cómplice diciéndole, si nos vamos a la mierda pues bueno aquí estamos de igual manera. Esa noche intentamos dormir en un banco junto a una fuente en el centro, pero un vagabundo nos despertó diciendo que ese era su puesto y que nos largáramos.

Terminamos durmiendo en el pasto del mismo parque. Tú me agarrabas el pelo para no tener frio y yo te agarraba de la teta izquierda para estar cómodo. Esa mañana de lunes nos bañamos en la fuente frente a muchos niños y sus abuelos, pero no nos importo. Ya nos habíamos escapado y el mundo no era nuestro problema.

Cuando nos dio hambre tú me miraste, sacudiste tu pelo amarillo que estaba putamente sucio y eso me dio ganas de cargarte en mis hombros. Lo hice y me dijiste que viste un peral, te acerque y bajaste unas peras y el desayuno ya estaba servido. Esa noche pasamos por la casa de mi amigo Tomás pero no para volver al mundo sino para comprar anfetaminas. Yo nunca las había probado pero tu boca decía que sí y uno no puede simplemente decirle que no a un rubí.

Al probar esa mierda mi amor por todo creció y me volví eléctrico.
Bueno debería ser honesto, mi amor por todo no creció, mi amor por ti dejo de ser amor y se volvió en pura energía por lo que te agarre del cuello y en el piso del parque del centro te hice el amor.  Pasó un grupo de pandilleros en bicicleta y te chiflaron, yo me pare y le dispare a uno en la jeta, los otros se quedaron mirándote y tú les dijiste que si querían se las mamabas pero les cobrabas mordiéndolos al final. Los maricones se fueron en sus vehículos y tú y yo seguimos en lo nuestro excitados por el momento.
                                   
El martes desperté y el mundo era otro. Yo tenía sangre en mi conciencia pero pelo amarillo en mi cara. Tú dormías en silencio, nunca te había visto dormir tan bien en tu propia cama por lo que te deje unos segundos ahí mientras me iba a robar unos panes de un puesto en la esquina. Regrese y tú estabas bailando con las palomas cerca de la fuente. En ese momento supe que cuando me dijiste que nos escapáramos no pudiste usar mejor palabra. Éramos prisioneros, en una cárcel en la que no bailabas con palomas y en la cual no eras mi cómplice, en la cual no hacíamos el amor con un cadáver al lado y en el que un peral no era desayuno.

Esa noche tú y yo éramos inmortales. Caminábamos por una calle oscura sin miedo y me mordías las orejas jugando. Yo te pregunte, Melanie ¿por qué me muerdes las orejas? Y tú me dijiste que no querías que tuviera equilibrio, en ese momento me pareció que tenía sentido y me hubiera cortado mi oreja para dártela de no ser porque tres viejas aparecieron en la esquina de adelante.

Me miraron y me preguntaron si era gigoló contratado. Tú las miraste y les dijiste que me llamaba Daniel y que las iba a matar por putas. Ellas rieron y te tiraron una botella de Jack Daniels en la cabeza. Caíste al piso y tu pelo rubio agarro un hermoso tono carmesí. No me sentí como Romeo que ve a Julieta muerta por el falso veneno sino que me sentí como un perrito que acababa de perder a la perra que llevaba a sus cachorros.

Agarré un pedazo del vidrio que te había roto la cabeza y les dije a las putas estas. Ella se llama Melanie y a ustedes las voy a matar por putas. Les dispare a las tres y cayeron sin afán. Me acerque a ellas y les corte sus orejitas de putas y me las guarde en el bolsillo.
Te levante en mis hombros y te lleve a un hospital publico que había cerca. En este despertaste y yo te estaba mordiendo la oreja, me miraste y me dijiste que no te mordiera que habías perdido el equilibrio y yo te dije que no te preocuparas, que le había cortado las orejas a las putas y que ahora podrías tener mucho más equilibrio.

Entonces con labios rubí me diste un beso, pero no era un beso de cómplice sino de Julieta y entonces comprendí que era hora de volver al mundo pero de manera distinta. Alquile un apartamentico y te invite a mudarte conmigo. Vivimos muy tranquilos, al llegar dijimos a los vecinos, somos Melanie y Daniel y no nos gustan las putas y todos nos saludaron amablemente.
Nos volvimos en un par de ansíanos al pasar los años, los únicos ansíanos que en realidad ya habían escapado del mundo pero nadie entendía como.

La verdad era que el sexo nos mantenía jóvenes, el sexo y el equilibrio pues todos los domingos alguna putita aparecía muerta en la calle y no tenia sus orejas.
No parecía un trueque tan injusto si me lo preguntas a mí. Orejas de puta a cambio de pelo amarillo que da ganas de comer peras, ojos verdes que dicen puedo amarte como un ángel o cortarte la verga y labios rubí a los que nunca aprendí a decir que no.

lunes, 19 de noviembre de 2012

A mí nadie me explicó

A uno de pequeño realmente no le enseñan nada.
Bueno, de pequeño te enseñan que no sabes mucho, pero no te enseñan nada más.
No le enseñan a uno por ejemplo, que una persona a la cual nunca has visto más de tres veces en tu vida.
En un sueño puede aparecer acariciando tus manos y sonriendo.
Mientras creces, me he dado cuenta. Nadie realmente te advierte que no debes mirar a una desconocida a los ojos directamente.
Y más importante, nadie te explica que hacer si ella mira a los tuyos durante el mismo tiempo.

Uno crece y la verdad nadie le explica nada a uno.
Nadie da motivos del porqué esto es así.
Cualquier hombre perdería su tiempo, si se sentara a esperar a un sabio al cual pudiera preguntarle porqué no le gusta que alguien le guste de verdad.
Ese sabio no existe.
Ese sabio no existe porque uno envejece para darse cuenta que nadie nunca le explicó nada a uno.
Nadie puede explicar eso que no conoce, y nadie conoce mucho porque en ningún momento aprendemos a vivir.

No se puede aprender a vivir.
¿Cómo aprender a vivir, si cuando conoces la mirada de algunas personas en específico olvidas como respirar?
Vivir consiste en muchas cosas. Vasos, camas, medias, papelitos con palabras de amor, cigarrillos y pasta de dientes.
Vivir consiste en una sola cosa, una cosa con muchas formas de decirse.
Seguir adelante, aprender del pasado, jugar de vez en cuando, encontrar sonrisas, enamorarse de cosas pequeñas.
Vivir es no morir y nada más.

Uno está muriendo y uno se da cuenta que nadie le enseñó a morir.
Uno se da cuenta que el instinto no existe y que siempre hemos estado solos.
Pero también uno se pone feliz de que nadie le haya dicho.
Que solo estando solo podemos encontrar compañía.
Solo al solo se puede acompañar.

Mierda, yo no sé que es la vida, a mí nadie me explicó.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Julieta

31 de julio.
Julieta se para frente a su espejo y se apunta los botones de sus pijamas nuevos, eran azules.
Mira su reflejo y sonríe, se refresca la cara con un poco de agua y sale el baño apagando la luz.
Julieta piensa en todo lo que hizo durante el mes.
Durante todo el mes había estudiado mucho y había decidido dejar de fumar entrando el siguiente mes. Pero lo más importante era Alonso. Durante el mes de julio, Julieta había conocido y comenzado a salir con Alonso.
Julieta se fue a dormir.

1 de agosto.
Julieta se despierta en su cama vestida de azul y bosteza tiernamente. A su derecha se encontraba su clon.

31 de agosto.
Julieta se para frente a su espejo y se pone una camiseta blanca con una sudadera negra. La Julieta de julio no le había querido devolver sus pijamas azules. 
Mirando su reflejo piensa en todo lo sucedido durante el mes. Durante el mes de agosto, Julieta conoció a su versión de julio y perdió sus pijamas azules. A finales del mes terminó con Alonso y todavía seguía deprimida, pero había logrado pasar todo el mes sin fumar. Cosa que no fue fácil con la Julieta de julio llenando de humo toda la habitación.
Julieta se desea las buenas noches a su versión anterior e intenta no llorar pensando en Alonso antes de cerrar los ojos para irse a dormir junto a su otro yo.

1 de septiembre.
Julieta se despierta y al mirar a su izquierda nota como otras dos Julietas duermen abrazadas.

30 de abril.
Julieta espera pacientemente a que la Julieta de enero desocupe el espejo para poder mirarse y repasar el último mes. 
Su habitación parece sobrepoblada y realmente lo está. En la ventana se puede ver a Julieta de julio fumando mientras escucha el llanto causado por el corazón roto de Julieta de agosto.
Junto al librero está Julieta de febrero tomando otra vez el mismo libro que había leído cada mes, junto a la Julieta que en su Ipod repite las mismas canciones que en febrero resultaron en adicción.
En el escritorio están las Julietas de diciembre y de marzo hablando de lo geniales que eran sus novios. Y en el baño por supuesto esta Julieta de enero.
Julieta decide irse a dormir desnuda y no pensar en el último mes, tal vez así no despertaría con más Julietas junto a ella.

1 de junio.
Julieta, entre Julieta y Julieta se perdió.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Hoy te escribo.

Hoy te escribo, te escribo a ti porque aveces hablarte es poco.
Hoy te escribo, pero tal vez te escribo porque no hacerlo sería tonto.
Esta noche te escribo. No solo como sujeto sino como idea, te imagino en letras para poder contarte algo.
En este caso, tú en letras me resultas un poema, tú en letras eres algo que se encuentra muy en el fondo.

Hoy te he pensado, probablemente porque hemos hablado poco.
Hoy te pensé un rato, te pensé porque al hacerlo disfruto estar loco.
Ahora te pienso de noche y con frío porque no puedo extrañarte.
Aveces, como hoy, te escribo porque hace demasiado tiempo no te toco.

Perdona tú la estupidez que resulta pensarte y querer escribirlo todo.
La verdad no tengo opciones, o lo escribo en textos o mis pies lo escriben en el polvo.
Verás, a veces mientras duermo vienes a mí en fragancias disfrazadas como ideas.
¿Cómo haría yo para ignorarlas sin faltarte todo el respeto que mereces si quiera un poco?

Me voy a dormir con una sonrisa en la cara porque te veo de este modo.
Me despertaré en la mañana sin preocupaciones, pues tu imagen me lo resuelve todo.
Tal vez en algún momento el día se ponga gris. Nada puede ser perfecto y tú con tu distancia lo mantienes de este modo.
Pero yo solo sé, que después de ya un tiempo, te sigo queriendo aunque sea todo un rollo.




domingo, 4 de noviembre de 2012

Eso que parece un corazón

Comienza a sonar una guitarra, comienza una canción.
Brillan las paredes con una cegadora blanca luz.
En el fondo de la habitación me habla una ventana, una ventana que parece un corazón.
No veo camino hacia atrás; camino para adelante, camino hacia eso que parece un corazón.
A la canción se le suman unos tambores y la voz de un cantor.
Que emocionante resulta aquel momento, el momento en el que parece accesible una bella emoción.
La blanca luz se torna más intensa mientras a la canción se le suma un piano y un saxofón.
Toca cerrar los ojos para llegar a la ventana que parece un corazón, toca cerrar los ojos para alcanzar esa pasión.

La luz blanca ya se apagó, pero no me doy cuenta pues ahora solo me guía de la música el estruendo.
Toco la ventana, sí tiene forma de corazón, pero mis manos me dicen lo que mis ojos no veían.
Me dicen mis dedos que la ventana no es ventana sino que es puerta. Una puerta que parece corazón.
Abro la puerta y después mis ojos; la puerta se cierra.
Solo si cierro mis ojos la puerta puede ser y permanecer abierta.
Con los ojos cerrados pasó a través de eso que parece un corazón.
La música deja de sonar y abro mis ojos para encontrarme con que eso que parece un corazón se cierra atrás de mí.

Que terquedad.