domingo, 4 de noviembre de 2012

Eso que parece un corazón

Comienza a sonar una guitarra, comienza una canción.
Brillan las paredes con una cegadora blanca luz.
En el fondo de la habitación me habla una ventana, una ventana que parece un corazón.
No veo camino hacia atrás; camino para adelante, camino hacia eso que parece un corazón.
A la canción se le suman unos tambores y la voz de un cantor.
Que emocionante resulta aquel momento, el momento en el que parece accesible una bella emoción.
La blanca luz se torna más intensa mientras a la canción se le suma un piano y un saxofón.
Toca cerrar los ojos para llegar a la ventana que parece un corazón, toca cerrar los ojos para alcanzar esa pasión.

La luz blanca ya se apagó, pero no me doy cuenta pues ahora solo me guía de la música el estruendo.
Toco la ventana, sí tiene forma de corazón, pero mis manos me dicen lo que mis ojos no veían.
Me dicen mis dedos que la ventana no es ventana sino que es puerta. Una puerta que parece corazón.
Abro la puerta y después mis ojos; la puerta se cierra.
Solo si cierro mis ojos la puerta puede ser y permanecer abierta.
Con los ojos cerrados pasó a través de eso que parece un corazón.
La música deja de sonar y abro mis ojos para encontrarme con que eso que parece un corazón se cierra atrás de mí.

Que terquedad.

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